Dentro de su estrategia agroalimentaria, Vitoria es la primera ciudad de más de 200.000 habitantes que ha comenzado un ambicioso y pionero estudio para recuperar variedades agrícolas autóctonas y tradicionales en el municipio.
Especies que baserritarras y agricultores han sembrado o plantado en los campos desde siempre pero que, a día de hoy, están desaparecidas o a punto de desaparecer. Parte del trabajo consiste en identificarlas para después hacerse con las semillas, guardarlas y ponerlas de nuevo en circulación, a disposición de los productores para no perder tal riqueza.
Finalizada la primera fase del estudio, a los miembros de la Red de Semillas de Euskadi-Hazien Sarea les ha sorprendido el «enorme potencial de Vitoria. La pena es que muchas variedades han desaparecido y otras están a punto de desaparecer, de ahí que estemos en la cuenta atrás», señala Joseba Ibargurengoitia.
HORTÍCOLAS, LEGUMINOSAS Y MEDICINALES
De momento, han identificado hasta 88 especies diferentes, entre cereales, hortícolas, leguminosas, forrajeras, medicinales y ornamentales, aunque tan solo ha sido posible recolectar material vegetativo y completar la ficha etnobotánica de trece. Para llevar a cabo esta tarea, se han entrevistado con agricultores y baserritarras de concejos de Gasteiz.
A todos ellos, a su hacer y saber se les empoderará el 23 de este mes en Olarizu durante la presentación pública de las principales conclusiones de esta investigación porque si algo subraya Ibargurengoitia es el enorme conocimiento de estos mayores, su amplio bagaje.
«Ha sido una grata sorpresa, ya lo sospechábamos, pero cuando lo ves in situ te das cuenta de toda su riqueza y sabiduría, del potencial que tenemos en Gasteiz tanto en variedades como en personas; nos lo imaginábamos, pero la realidad supera lo imaginado», indica el miembro de la Red de Semillas de Euskadi-Hazien Sarea.
Conforme a las estimaciones de la FAO, solo doce especies de plantas y cinco de animales proporcionan más del 70 % de la alimentación calórica de la humanidad. Y únicamente arroz, maíz, trigo y patatas, y vacas, cerdos y pollos proporcionan más de la mitad de esa alimentación.
El de la Red de Semillas de Euskadi es un proyecto a medio y largo plazo, al igual que la estrategia agroalimentaria de Vitoria. Lo descubierto hasta ahora es sólo una fotografía inicial, el primer paso.
«Tenemos que seguir investigando, entrevistando a más productores mayores, la pena es que muchas de estas personas están falleciendo; hay concejos en los que ya no vive ningún agricultor mayor, vamos a contrarreloj», insiste Ibargurengoitia.
RECUPERAR VARIEDADES
Tras identificar las variedades, se recuperan y almacenan en el banco de semillas de Olarizu: en el caso de las desaparecidas, se buscan en municipios limítrofes o se piden a bancos oficiales de Madrid, Galicia.
Un paso que ya han dado y que les ha proporcionado algunos cereales y forrajeras. El objetivo final es ponerlos a disposición de la población. Pero, además de recuperar variedades de cultivos perdidas, «recuperamos conocimientos y saberes tradicionales», subraya Ibargurengoitia. «Ha sido una grata sorpresa comprobar el enorme conocimiento, el gran bagaje que atesoran agricultores y baserritarras, ya lo sospechábamos, pero cuando lo ves in situ, no te puedes imaginar la riqueza que tiene el municipio de Vitoria, tanto en variedades como en personas», insiste.
CITA EL 23 DE SEPTIEMBRE
Por ello, precisamente, para poner en valor la experiencia de estas personas mayores y dar a conocer las conclusiones del estudio, el día 23 de septiembre habrá una presentación pública en Olarizu, con presencia de los agricultores que han propiciado un mayor conocimiento sobre los usos y manejos de los cultivos. En total, los autores del trabajo han entrevistado a quince productores en esta primera fase del estudio, cuatro mujeres y once hombres, de 58 a 99 años.
Además, han recorrido el campo para colectar las especies de importancia. De algunas han obtenido semillas y de otras todavía no. Es su tarea pendiente. Una labor en la que trabajan desde hace 25 años.
El equipo de mujeres y hombres del mundo rural del entorno de Vitoria que ha participado en este trabajo ha permitido conocer nuevas variedades de cultivos, así como sus usos y manejos. Hasta el momento se han contabilizado 88 especies vegetales de importancia local para la alimentación. Especies que, a su vez, tienen variedades locales o adaptadas localmente, lo que desemboca en una recopilación de 277, algunas presentes en la actualidad; otras, no disponibles.
TRIGOS, ALUBIAS Y TOMATES
Entre las principales especies vegetales recordadas y aprovechadas para la alimentación en Gasteiz, la Red de Semillas de Euskadi-Hazien Sarea destaca: trigos, alubias, patatas, acelgas, remolachas, ciruelos, cebada, maíz, lechuga, manzano, tomate, pimientos, avena, cerezo, habas y parras. Estas 16 especies cuentan con variedades locales y fueron ordenadas de acuerdo a la frecuencia de mención. Es decir, que hay más personas que tienen o recuerdan haber cultivado trigo y variedades de trigo que parras y variedades de parras, aclara la investigación.
El campo a estudiar se ha dividido, según su clima y uso principal del suelo, en cuatro zonas del municipio de Vitoria, tres del entorno rural y una del centro, ya que la Llanada occidental se caracteriza por un clima más seco y regadío con agricultura profesional; la zona sur, por un uso residencial, mientras que la Llanada oriental es un área más húmeda y de agricultura profesional. La zona centro es la comprendida en el núcleo urbano de la ciudad.
«Recuperar y mantener el conocimiento asociado a la agricultura tradicional es esencial no solo para comprender y gestionar racionalmente los recursos naturales sino también para mejorar la calidad de vida y transitar hacia la soberanía de las poblaciones locales», incide el estudio.
RESISTENCIA A PLAGAS
Y es que, el estudio insiste en que los agro-ecosistemas locales son el resultado de la interacción entre agricultores y naturaleza durante siglos de saberes acumulados. También se conforman a partir de nuevos aprendizajes a través de la interacción con el ambiente.
Tradicionalmente, los agricultores se han basado en un conocimiento empírico y detallado de las características naturales de los ecosistemas que, además, ha garantizado durante siglos la satisfacción de las necesidades básicas de la población rural, y en el último siglo, también de la urbana. De este modo se han generado variedades locales o tradicionales de acuerdo al tiempo de interacción entre personas y plantas.
Es decir, una variedad local presenta características distintivas de otras variedades y una historia de manejo y cuidados particular que le permiten diferenciarse. A veces, estas variedades locales o tradicionales pueden representar una reserva genética de caracteres específicos para la tolerancia a condiciones extremas o la resistencia a plagas.